Aunque la Junta de Castilla y León no ha vuelto a registrar contagios nuevos desde mediados de agosto -lo que han sido posteriores son las confirmaciones- el brote ha llegado a alcanzar los 326 casos este año, según datos de Salud Pública. En los contagios registrados este verano la liebre sólo fue la causa del 4,6 por ciento de los diagnósticos frente al cangrejo de río (15,64 por ciento) y a los ratones y topillos (18,71 por ciento) que fueron uno de los principales factor es de exposición. Sin embargo, el comienzo de la caza de liebres, un animal que es el principal reservorio de esta enfermedad, podría traer consigo un repunte de la incidencia de la tularemia.
Los titulares de las más de 140.000 licencias que se han expedido desde la Consejería de Medio Ambiente se echarán al campo desde el domingo día 21 para practicar una de sus mayores aficiones. Y la Junta ha editado 320.000 trípticos con información y recomendaciones preventivas dirigidos a ellos que se distribuirán en Medio Ambiente, federaciones de caza, servicios territoriales y ayuntamientos, entre otros puntos.
El director de Salud Pública, Javier Castrodeza, insiste en que no hay vacuna ni quimioprofilaxis -el tratamiento preventivo es igual en su duración al curativo- para la tularemia, por lo tanto lo único que cabe es la prevención, evitar el contacto con animales muertos, sobre todo a la hora de desollarlos. “El mejor cuidador de la salud es uno mismo”, insiste. Por ello, los cazadores deben manipular con prudencia la pieza muerta, guantes para recogerla, meterla en una bolsa y limpiarla después. Una vez bien cocinada no hay problema de consumo. “Este año, hasta la fecha, ha habido un claro componente inhalatorio a la hora de contraer la enfermedad”, explica Castrodeza. En la epidemia de 1997 fueron 534 los casos por contagio de las liebres y la mayoría fueron mujeres, al ser ellas las que las prepararon y cocinaron estos animales.
250 millones de euros
La caza y la pesca son actividades de las que dependen 1.200 puestos de trabajo en Castilla y León y que generan en torno a 250 millones de euros al año. Además, según los datos de Medio Ambiente, la región es visitada en la temporada por 97.000 aficionados.
“Se presenta una gran temporada porque las perspectivas son muy buenas”, asegura la vicepresidenta primera de la Junta y consejera de Medio Ambiente, María Jesús Ruiz. “Hay muchas perdices, y yo espero que los aficionados a la caza puedan disfrutarlo”, insistió después de resaltar que en Castilla y León existe un gran número de cotos de caza, “la mayoría de ellos privados” que se han convertido en reclamo para cazadores procedentes de otras comunidades e, incluso, de otros países. Sirva por ejemplo un dato: está acreditado que el 30 por ciento de los portugueses que practican caza mayor y el 20 por ciento de los de la menor empiezan en la región.
Desde la Consejería de Medio Ambiente son conscientes de la importancia del sector por eso su titular ha anunciado que será uno de los aspectos concretos en los que se trabaje de cara a la presente legislatura. De hecho, crearán “una nueva figura: los guardas de campo”, según María Jesús Ruiz que explicó que su tarea fundamental será llevar a cabo el control cinegético en Castilla y León. Para la puesta en marcha de esta nueva figura se han puesto de acuerdo con la Federación de Caza de Castilla y León y confían en poder obtener un resultado de al menos “800 empleos en el mundo rural en una primera actuación”, según la vicepresidenta del Ejecutivo regional.
Pero no es la única iniciativa que se persigue. Para los próximos cuatro años se buscará “incrementar las pernoctaciones” de aquellos que vienen a cazar a Castilla y León. Por eso, a principios del mes de mayo Medio Ambiente firmó un convenio con distintas asociaciones de desarrollo rural de la comunidad que persigue incrementar la estancia de cazadores y pescadores en la región. Lo harán ofreciendo alternativas de ocio y tiempo libre para las familias de los aficionados de tal forma que se evite que viajen únicamente para cazar o pescar, sino que decidan pasar también algunos días más.
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